No soy ese tipo de chica, esa de ojos claros y grandes, ni cabello largo y delicado. Esa que se peina cada quince minutos, ni se pinta las uñas cada día de un color diferente, ni revisa su maquillaje cada vez que se topa con un espejo, ni combina su atuendo con sus accesorios. Soy esa chica que prefiere embellecerse por dentro. Que elige tener la mente arreglada en lugar de la ropa antes de salir a la calle.
Un par de tenis desgastados, unos jeans bastante decolorados por tanto uso, una camisa divertida, gafas y un corazón humilde, esa soy yo. De las que escoge perderse en un libro, que en una tienda de ropa. Que prefiere ver el color de las flores, que el de los labiales. Soy... de las que ama a los poetas, que venera la música clásica, el olor de los libros viejos y el café por la tarde. Que se imagina bailando una canción lenta con la persona que le gusta en medio de su porche. Que prefiere esconder sus manos detrás de sus mangas y sus ojos detrás de algunas porciones de cabello. Soy de seducir con mi sonrisa y rozar con mi voz, que con un escote pronunciado, una falda y zapatos a juego.
Vivo cada día con un poco más de torpeza, y manos invisibles pintan mis mejillas de rojo cuando sin querer escribo tu nombre. Piel pálida, lunares en el cuello. Mi historia es corta y sutil. De llorar me dan ganas cada día, y no me preocupa que mi máscara se corra. Y es que mi realidad se vuelve más loca cada minuto. Tu piel es mi secreto. El valor renta un cuarto en mí cada día, pero lo desaloja a las pocas horas. Me caso con buenos momentos, pero soy fiel amante de los malos.
Descifrar tus pupilas bajo esas gafas que tanto me deleitan. Dar mis primeros pasos bajo el enamoramiento que me causas. Fantasear con morder tus labios, e intentar dejar arrugas hasta en la pared en la que nuestros cuerpos se posen. Mi miedo, mi consuelo. Soy de las que enamora tal como lo hacían en tiempos ulteriores. Que cuenta estrellas en lugar de sombras para ojos. Que prefiere gastar su sueldo en un nuevo libro, que en un vestido de moda.
Posiblemente mis tenis y mi inseguridad algún día te cautiven. Y que mi corazón ordenado y mi mente llena de ideas locas te parezcan interesantes. Que las curvas de mi cuerpo sean la montaña rusa que te conduzcan a la felicidad. Que quieras compartir un té y un par de besos, en lugar de una cena cara conmigo. No tengo corona, sólo el cabello enredado al igual que mis ideas. Me pierdo en los atardeceres porque son como contemplar milagros, y a veces quiero besar la lluvia. Soy simple. La belleza ni el encanto me acompañan. El sur es mi destino cada insomnio. Me cuesta parar de soñar, es de las pocas cosas buenas que se me dan.
Me gusta desnudar tus defectos, hacerles el amor. No me desahogo con alcohol, me desahogo plasmando letras en un papel. Mi alma está siempre transparente. Estoy hecha de palabras. Vivo en lágrimas, antidepresivos, y sueños, escasos sueños. Tengo miedos incoherentes. ¿Podrás quererme así, mi amor? No tengo corona. No visto siguiendo las modas. Sólo vivo despeinada.
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