Mapa



El único mapa que seguiré fielmente será el de tu complexión. Rutas y sendas que me guían, y me aproximan cada vez más a mejores periquetes con tu anatomía, mi festín, mi sagrario. 

Veredas que me conducen, a miradas que doblegan mi pudor y me metamorfosean en lo más impúdico sobre la faz de la tierra. Señales de tránsito que permiten el autónomo franquear de mis manos sobre tu tostada epidermis, al igual que el libre rodar de mis labios, que con frenesí van dejando estelas de todo mi amor, toda mi lascivia, terneza e impudicia sobre tu carretera, acompañados de un gimoteo etéreo que suscitan tus manos, siguiendo su ruta. Se pasean haciendo formas abstractas, aunque no lo vea fijamente por estar atrapada en tus pupilas. Son los rastros de calor que dejan las mismas sobre mi piel lo que me hace saberlo. Quizás es ese calor lo que me quema, lo que me hace sentir tan viva cuando recorro tus calles abandonadas. Calles en las cuales sólo camina mi palidez. 

Tu vas saldando distancias en mi mapa, dirigiéndote a tu sur. ¿Qué hay en mi bragadura?. La sinhueso es tu marioneta, la dominas, haces maniobras con ella. Ahora, haces maniobras conmigo. Poesía horizontal que te convierten en mi embelesamiento inagotable. Y sonidos que hacen que mi voz parezca no lograr callarse...            

Y fue en la parte trasera de aquel automóvil con vidrios enturbiados... donde cada uno transitó un mapa entero, yo morí por un micro-momento, y tu éxtasis era mi único destino.    

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