Escaleras, escaleras que representan nuestra vida... y pisadas que dejamos en cada estribo con un fragmento de recuerdos.
Miro hacia abajo, y la escalera que ascendemos juntos está colmada de peldaños; a pesar del largo trayecto, mis piernas no tienen dolor alguno para seguir subiendo más kilómetros.
Pero las estelas que quiero dejar más arriba... vaya. Si te las cuento creerás que estoy demente, a pesar de que ya me encuentro en ese estado. Así que aún así lo haré.
Más arriba quiero ir dejando pisadas con recuerdos de una vida que cimentamos juntos. Más risas. Más abrazos. Más ósculos. Más cruces de pupilas. Más secretos. Más pieles condensadas. Más de tu voz y la mía. Más de nuestros hálitos fundidos. Más sigilo compartido. Más almohadas donde estén anexadas nuestras cabezas. Más de 365 días a tu lado que reinciden, una y otra vez. Más sábanas arrugadas por nuestra culpa. Más perfumes que conocerte. Más formatos de tu voz para memorizar. Más atardeceres que regalarte. Más lunares de cielo que darte. Más menguantes que comparar con tu sonrisa. Más tatuajes hechos por tus labios. Más lunares que contarte. Más sílabas que dedicarte. Más celos disueltos con palabras que manan lujuria, y que finiquitan su existencia con mis voces abstractas. Más de detallarte hasta la sombra. Más amor. Tú mío.
Y ese, ese sería el contenido que atiborra cada pisada.
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